Somos seres sociales que necesitan interacción con los otros y el entorno. Para nadie es un secreto que la vida en comunidad fortalece habilidades y ayuda a formarnos para vivir en sociedad. La familia es el primer lugar en donde desarrollamos estas primeras interacciones que nos van a preparar para estar en el mundo.
Uno de los cambios más significativos que se vivieron por la pandemia del COVID -19 fue un retorno a ese lugar esencial que es la familia. Quizás leíste “¡Quédate en casa!”, mientras el hogar se volvía un espacio en el que los niños tenían interacciones con su familia de una manera diferente y sostenida.
La casa fue una especie de escuela, donde se fortalecieron vínculos que revivieron la importancia de la familia para el desarrollo de los niños. Las escuelas virtuales permitieron establecer, más que nunca, estas relaciones familiares.
Veamos algunos aspectos que resaltan la importancia de la familia en el desarrollo de los niños.
El desarrollo de los niños y la familia
La familia, como base de la sociedad, es el lugar en el que los niños desarrollan esas primeras competencias como hablar, tener modales, valores, interactuar y enfrentarse a la realidad; también aporta ese primer momento de enseñanza y aprendizaje.
Varios estudios dan fe de la relación que existe entre el desarrollo infantil y la calidad del ambiente laboral, en el que el entorno sociocultural brinda experiencias que influyen en el desarrollo integral de los niños.
- Enseñanza y aprendizaje. La familia, como se ha dicho, es ese lugar primario en el que los niños encuentran una influencia positiva o negativa para enfrentar la vida. Una familia que estimule un desarrollo positivo en los niños va a brindar mejores experiencias de enseñanza y aprendizaje en la escuela. Los padres se convierten en guías de esos primeros años: si un niño es guiado de forma adecuada, tendrá mejor actitud y comportamiento en la escuela.
La familia también fomenta espacios para que los niños sean conscientes de sus derechos y responsabilidades.
- Interacción con los demás. Como ser social, el humano requiere tener habilidades que faciliten vivir con otros. Es la familia la que estimula este desarrollo para que, en los primeros años escolares, se fomenten relaciones sanas, cordiales y respetuosas.
La familia, además, incide en el desarrollo de la identidad del niño, que lo ayudará a reconocerse y reconocer a otros, con base en el respeto y la empatía.
- Necesidades biológicas. La familia ayuda a que el niño pueda desarrollarse mientras va creciendo. Los padres son los primeros proveedores de alimentación, vestido, refugio y seguridad.
Con el tiempo, los niños se harán más independientes en sus actividades cotidianas, pero es la familia la que acompaña estos primeros pasos como comer, vestirse, dormir, divertirse, etc.
- Autoestima. La familia desarrolla en los niños habilidades de valor y autorreconocimiento. Si los padres brindan espacios sanos de autoestima, los niños se sentirán seguros. La familia debe dar mensajes de afirmación durante el desarrollo infantil, a través de una comunicación respetuosa. En un ambiente donde haya amor y cariño, pero que también se establezcan límites, se desarrollan niños con mejor percepción de sí mismos.
Un estudio realizado en Perú afirma que hay una relación directa entre las dinámicas familiares, la autoestima y el desempeño escolar. Los autores aseguran que en familias funcionales (en las que hay comunicación, cohesión y adaptabilidad), los niños tienen un mejor desarrollo humano y mejor desempeño académico; los estudiantes que tienen mejor autoestima son aquellos en los que la familia tiene una dinámica basada en la flexibilidad, participación y establecimiento de normas.
Como hemos visto, la familia es el centro de la sociedad; y como su base, debe brindar espacios en los que los niños puedan desarrollarse integralmente. El reto de esta generación es que estos puedan ser mejores personas para el mundo, y es, en primer lugar, la familia la que impulsa este desarrollo.